Ver y tocar a los jugadores, esos hombres de mármol o de ébano, "perfumados de sudor". Contar sus hazañas, escribir su leyenda, cantar su gloria, pintar su derrota, bailar su destreza, teatralizar sus acrobacia , esculpir sus gestos, filmar su parábola, eso es lo que debemos hacer los escritores y artistas.